Breve Historia

Hace mucho tiempo, cuando Ferrol tenía unos 24.000 habitantes, un 10 de agosto de 1908, en el aniversario de la fundación de la Orden de la Merced, llegaban cinco frailes mercedarios a nuestra ciudad. Traían muchas ganas de evangelizar (anunciar la Palabra de Dios) y también de educar, por eso casi desde el principio atendieron la iglesia de Dolores y las llamadas “escuelas dominicales”, que funcionaban los domingos para alfabetizar a la población, enseñar a leer y escribir, porque en aquella época los que sabían hacerlo eran muy pocos.

Durante dos años de trabajo en Ferrol se dieron cuenta de que los colegios eran escasos, y además de que no había ninguno de religiosos, en aquella época los niños y las niñas no estudiaban juntos. Y seguramente los cinco, en un hermoso atardecer ferrolano, se preguntaron: ¿por qué no fundamos un colegio y nos hacemos redentores a través de la cultura? Los cinco debieron decir que sí, y empezaron a buscar una casa que reuniera unas condiciones dignas para ser escuela. Oyeron que quedaba libre la que se llamaba “Colegio de la Marina”, que preparaba para el ingreso en las carreras militares; era la única casa en Ferrol que, en aquel momento, reunía condiciones dignas para ser colegio y, tras los trámites oportunos, se trasladaron desde su residencia de la calle Magdalena (actual comercio de Acevedo) a la calle María 170 (actual colegio de las calles María y Arce). Era un edificio muy hermoso con arcos hacia la calle María y tenían al lado una fábrica de chocolate (espacio que hoy ocupa nuestra capilla).

Había en la comunidad un fraile muy joven, tenía 26 años, era un gran emprendedor, un hombre muy inquieto, se llamaba P. Alberto Barros Fernández, parece ser que era el “jefe”, lo que hoy llamamos superior de la comunidad, y un 25 de agosto de 1910 presentó al Director del Instituto General Técnico de A Coruña un escrito donde solicitaba la apertura de un colegio de primera enseñanza (para niños de hasta 9 años) y de preparación de carreras especiales (en el Ferrol de la época las carreras militares).

Cuando aún no habían pasado tres meses, el 12 de noviembre de 1910, le contesta el Rector Magnífico de la Universidad de Santiago de Compostela, Dr. D. Cleto Troncoso, autorizando la instalación de un colegio de primera enseñanza y preparación para carreras especiales. Esa es la fecha fundacional de nuestro colegio, pero no se llamaba como lo conocemos hoy, su nombre era: Colegio Nuestra Señora de la Merced.

Nos cuentan las crónicas, digamos los periodistas de la época o los historiadores, que: “Crece el prestigio del Centro desde los primeros años de su fundación debido a la seriedad con que se habían tomado todas las tareas docentes: en 1921 llegaba la matrícula a 214 alumnos y no se podían admitir más por no haber plazas”.

 Si miramos la Historia de España, sabemos que al principio de los años 30 el régimen de gobierno era la República, por lo tanto no se permitía en los colegios ni nombres religiosos, ni que estos pertenecieran a los religiosos; por ello los frailes se adhieren a la sociedad SADEL, una cooperativa de enseñanza, para poder seguir dando educación mercedaria, educación liberadora a los ferrolanos de entonces.

Leemos en las Memorias: desde el 15 de octubre de 1933, el colegio cambia de nombre, pasa a llamarse Colegio “Tirso de Molina”, el pseudónimo de fray Gabriel Téllez (mercedario), gran escritor de obras de teatro, poeta y teólogo del Siglo de Oro.

En 1950 se hacían necesarias unas instalaciones deportivas que estuvieran en consonancia con el Centro y, después de no pocos trámites, se logran adquirir 3600 metros cuadrados cercanos al Colegio (en el pabellón que hoy estamos y en las pistas exteriores), destacando desde entonces y hasta la actualidad en las lides deportivas, hasta llegar a mantener un equipo de Primera División Nacional de Balonmano y otro de Baloncesto que consiguió jugar en Segunda División Nacional. Nuestras abundantes vitrinas se hallan atestadas de trofeos.

Desde septiembre de 1978, la Comunidad de Religiosos reside en la casa nº 200 de la calle Sol, adquirida para este fin, con el objeto de lograr mayor intimidad e independencia, y poder adaptar el Colegio a las exigencias del BACHILLERATO UNIFICADO Y POLIVALENTE (vulgarmente conocido como el BUP); seguro que vuestros padres y madres lo cursaron.

El día 27 de septiembre de 1994 se inaugura y entra en funcionamiento el nuevo edificio de Educación Infantil y Educación Primaria (el actual edificio blanco).

Venerar a la Virgen, bajo el título de la Merced, es lo mismo que recurrir a ella como madre de misericordia a favor de aquellos que son los más marginados de la sociedad. “Merced” en la edad media es sinónimo de misericordia, piedad o compasión, ejercida para con aquellos que se hallan privados de libertad y en peligro de perder su fe cristiana. La misericordia mercedaria es efectiva y afectiva, no humilla a la persona, sino, por el contrario la redime y libera, la dignifica. De esta misericordia está necesitado el mundo actual.